31 de Julio de 2022. Lofoten islands

 Por la mañana, cuando aún estábamos dirimiendo, me despertó el vecino de la camper llamando a alguien y al abrir la ventana veo que viene como loco hacia nuestra camper y veo a "Hiru" atada fuera y él que la coge con fuerza `para llevársela... Yo estaba recién despertada y no alcanzaba a entender qué pasaba! Rápidamente me puse a chillar por la ventana que soltara a Hiru y el pobre chico, atónito, me explicó que se le había escapado el perro con la correa larga y se le había enganchado a nuestra camper y por eso venía a soltarlo... El perro que yo veía atado a la camper era el suyo y no la pobre Hiru, que estaba dentro de la furgo ladrando como una loca... 

En fin, bonito despertar!! 

Tras desayunar, nos fuimos hacia Svolvaer que a estas horas de la mañana era una ciudad fantasma sin ningún atractivo, así que no bajamos ni del coche y continuamos ruta. 

El siguiente destino era el pueblo de Hennisgvaer, la pequeña Venecia de las Lofoten, porque está atravesada por multitud de canales. El pueblo es precioso y lo paseamos a gusto.





 Además, nos aventuramos a probar las primeras comidas noruegas: unas "cod balls", croquetillas de bacalao riquísimas, y el fishcake, que es un pastel de pescado en pequeñas piezas que parece pan con sabor a pescado y que lo deben usar mucho como acompañamiento de platos... está rico, pero las bolas insuperables!



También, y como no podía ser de otro modo, hacemos honores a los bollos de canela típicos de esta ciudad. Están buenos, pero nada espectacular. 

Por la tarde vamos a visitar el Museo vikingo de Bostad. Es un gran museo al aire libre que recoge, unas salas temática, una reproducción natural de la casa del jefe, áreas al aire libre con animales y juegos vikingos y hasta un paseo en un barco vikingo por la bahía!! Todo por 23 euros la entrada. 






Hace buena tarde, así que disfrutamos del paseo por las instalaciones del museo y Gemma hasta se anima con el lanzamiento de flechas! El paseo en barca lo desestimamos pues la pobre Hiru está sola en el coche y se está alargando mucho esto. 



Los cerdos son alimentados y las gaviotas se unen pronto al festín!!







La idea es ir a dormir a la playa de Uttakleiv, pero como el resto de la isla, está petado todo. Así que paramos a verla y a pasear un poco por ella y decidimos ir a buscar un sitio más tranquilo para dormir. 




Esta vez acabamos en el camino de acceso a un espectacular bosque de abetos en frente de un tranquilo fiordo. El sitio no es espectacular, por esa razón estamos solas, pero disfrutamos de lo lindo el paseo por el bosque, vaya pasada! 



Una escasamente marcada senda asciende por la ladera de la montaña entre un espeso bosque de abetos. Seguimos la huellas de un caballo que ha ascendio hace poco por esta senda y gracias a ello nos guía el camino. El lugar es mágico, solo nos falta encontrarnos con un alce, pero no hay suerte!

La cima ofrece unas preciosas vistas del fiordo y nos ofrecerá también un sorprendente hallazgo... 





No sabemos muy bien qué pintaba esta bola en tan recóndito lugar, pero estaba firmemente anclada a la piedra, no sabemos con qué material... algo curioso de verdad. 

Por la noche rompen la paz del lugar unos gamberros haciendo carreras por la estrecha carretera... qué peligro!


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